lunes, 1 de julio de 2013

MADRID XTREMA 2013

Crónica MadridXtrema 2013. Por Ramón Loro.

Hace ya una semana que terminó MadridXtrema y parece que los recuerdos se van asentando lo suficiente como para relatar, sin ánimo justiciero, nuestra experiencia en el infierno del centro (que es como les gusta llamarla a los organizadores).

Lo peor que tienen estas pruebas maratón, para los que vamos un poco justitos, es que no sabes hasta donde te van a acompañar las fuerzas. Este domingo la cosa prometía, veníamos de terminar “El soplao”, por los pelos, pero terminado, y nos creíamos capaces de cualquier cosa después de ver el infierno desde sus mismísimas entrañas.

Nuestro objetivo desde un principio era, cómo no, hacer la ruta larga de 101 kms y, desde luego, entrar dentro del tiempo que la organización daba para el cierre de control que era hasta las 17,00. Nos levantamos a las 4,30 y después de dos horas de coche llegamos, Isidro y yo, a Colmenar de Oreja. Una vez recogidos los dorsales, decidimos aparcar al lado del “poli” para tener cerca las duchas al terminar.

Baja bicis…, monta ruedas…, que si los pañuelos, la crema, el agua, las gafas, el móvil, ¡vamos que no llegamos!, las llaves, me meo, el dorsal, el chip, ¡por favor… qué estrés! Nos presentamos en la salida…casi los últimos. Bueno, en realidad no vamos a hacer tiempo, vamos a terminarla, entonces pensamos: da igual salir delante que detrás, ¡¡menudo error!!



Después de media hora de retraso en la salida, a las 9.00h empezamos a rodar, al principio con un poco de precaución (queda muy mal eso de caerse antes de salir del pueblo) para ir poco a poco cogiendo ritmo y velocidad.

El recuerdo de esos primeros kms. es un poco de impotencia, porque las piernas quieren ir rápido pero con la cantidad de gente que hay se hace complicado avanzar. Isidro y yo nos entendemos a la perfección y, después de pasar una zona muy técnica en la que por culpa de un tapón tenemos que echar pie a tierra, empezamos a rodar rápido y a pasar a gente que parece que va de excursión. En ese momento nos damos cuenta que hemos perdido demasiado tiempo en ese tramo y no podemos perder más. Atacamos la primera subida fuerte sin echar el pie, aun sabiendo que estamos gastando fuerzas casi innecesariamente, pero el ir pasando corredores nos anima y encaramos las sendas técnicas con la misma decisión.


Isidro no para de repetirme que beba, pues el calor va en aumento y el sol ya va calentando. Una bajada rápida y nos presentamos en Villaconejos, primer avituallamiento y primera decepción.
No hay agua, repito, ¡¡NO HAY AGUA!!... no sé como tendréis la boca mientras leéis esto pero en ese momento la mía era un auténtico estropajo. Bueno, no pasa nada, hay bebida isotónica caliente y sandía, así que un poco de cada cosa y “palante” que vamos tarde.

La sensación de poderío continúa y, como si no fuera a acabarse, le damos ritmo al cuerpo y nos presentamos en Colmenar a las 12 (tres horas después de la salida). Bueno, Km. 47, segundo avituallamiento y segunda decepción. Hay agua, pero no hay comida, ¡¡ NO HAY COMIDA!!, unas galletitas y poco más. Decidimos hacer un “punto y situación” y valorar como está el tema. Nos queda la segunda parte, lo más duro (dicen por ahí), y entre unas cosas y otras hemos perdido mucho tiempo en el paso por Colmenar. Aun así, decidimos reemprender la marcha.

En esta parte del recorrido, y una vez que los de la ruta de 50 kms. Se han retirado, las oportunidades de coincidir con otros ciclistas se van reduciendo. Al mismo tiempo, ya casi todos tenemos un ritmo parecido, con lo cual, cada vez son menos los que te adelantan y, de igual forma, también son menos a los que alcanzas. Es por eso que, en los primeros kilómetros de esta segunda parte, Isidro y yo rodamos en solitario y, por eso mismo, también nos saltamos un desvío que había medio confundido entre la maleza. Menos mal que un grupo que le había pasado lo mismo y estaba deshaciendo lo andado, nos avisó del error y juntos retomamos la senda correcta. En ese grupeto va Susana, de Consuegra, con la que coincidiríamos el resto de la ruta.

Poco a poco el grupo, con Susana a la cabeza, todo pundonor esa chica, se adentra en una zona muy técnica que parece sacada de la película del planeta de los simios, con desfiladeros estrechos y muy rápidos, divertidos pero que te obligan a ir concentrados al máximo, pues cualquier piedra escondida te puede hacer caer. Después del paso por el maizal, salimos a una pista ancha y de buen rodar donde meter plato.

Lo primero que notas es una pequeña molestia, que poco a poco se va transformando en dolor y que al final te paraliza la pierna como si te hubieran agarrado el músculo con un alicate. Los que conozcan esta sensación ya saben que estoy hablando de los calambres, y es en este punto donde se acabó lo bueno de la carrera y empezó mi calvario. Comencé por contraatacar con todo la batería de recursos que tengo: apretarme con un dedo la zona del calambre, muy efectiva por cierto; bajar el ritmo; tomar un sobre de magnesio; beber; comer… Pero, creo que mi principal oponente, esta vez, era el calor y contra eso no podía hacer nada. Intenté bajar el ritmo y llegar al avituallamiento del 73 para recuperar con la bebida y la comida que hubiera, pero las subidas cada vez se hacían más duras y el termómetro ya alcanzaba los 45 grados, con lo que los tramos en los que me tenía que esperar Isidro cada vez eran más continuos. Por fin llegamos al tercer avituallamiento y tercera decepción: ¡¡¡ NO HAY NADA DE NADA!!!, NI AGUA, NI FRUTA, NI COMIDA. Imaginaros el panorama de la gente con las camelbak vacías y sin nada que llevarse a la boca.

En ese momento no sabes que hacer, si sumarte al grupo que se quiere comer a los pobres voluntarios que no saben que ha ocurrido, sentarte bajo un pino y esperar a que traigan agua, tal y como alcanzo a entender de uno de los voluntarios, o seguir hacIa la meta en un intento suicida bajo los 46 grados y sin agua. Estábamos en ese trance cuando milagrosamente aparecen dos todoterrenos de la organización con agua y sandías. Ya habrá tiempo para las reclamaciones, de momento lo que urge es comer lo poco que nos dan, beber y llenar la mochila y salir pitando hasta el próximo avituallamiento del 87.

La mitad de estos 14 kms se me hacen eternos, pues son de subida y todavía no he recuperado lo suficiente, pero, poco a poco consigo coger un ritmo con el que poder medio seguir a Isidro, al que parece no afectar los efectos del calor ni de los kms. Por fin, después de una larga bajada, llegamos al cuarto avituallamiento y…¡¡¡¡HAY DE TODO!!!! : agua, sandía, ¡¡plátanos!!..., se me llenan los ojos de lágrimas al verlos, ahí…, esperándonos…, bueno, por haber, hay hasta golosinas. Estoy por quedarme a vivir allí, bajo aquellas dos carpas. Pero las voces de mi “tito Isidro” me devuelven a la realidad, tenemos que llegar antes de las 5 y estamos muy justos, además los últimos 10 kms son de subida y queda poco más de media hora.

A regañadientes consigo levantarme de la silla y emprendemos la marcha. Tres kms de fácil rodar y empieza la cuenta atrás. “10 KMS a meta” reza un cartel, y al fondo ya se ve el pueblo; 9 KMS: el calor es asfixiante; 8KMS: de nuevo los calambres; 7KMS: ves gente sentada a la sombra de los olivos con claros síntomas de deshidratación y mi ligero dolor de cabeza me dice que podría ser uno de ellos; 6 KMS: ¡cinco y pico!, le grito a Isidro intentando ser positivo; 5 KMS: esta subida no se acaba nunca; 4 KMS: no llegamos; 3KMS: me da pena por Isidro pero no puedo ir más rápido; 2KMS: estamos en el empedrado; 1 KM: ya han dado las cinco, un último esfuerzo, me quiero poner de pie pero el músculo quiere reventar, mejor entrar despacio (pienso) que andando y… pasamos por debajo del arco de meta cuando su reloj marca: 8 horas, 5 minutos y 33 segundos . Allí estaba Susana, que creo que entró 5 minutos antes que nosotros.

Al final nos llevamos la sorpresa de que el cierre lo han puesto a las 6, ¡menos mal!, después del calvario que hemos pasado por lo menos tendremos el diploma de finisher. Con él, no hacen descuentos en Mercadona, ni es más barata la gasolina, ni siquiera son más baratas las próximas rutas y hasta es posible que lo guarde en un cajón y no lo vuelva a ver en mucho tiempo, pero en ese trocito de papel está escrita en tinta invisible la gran aventura que he vivido y de la cual aquí os dejo un trocito.

Ramón Loro.
Amigosdelarutadelquijote.org

domingo, 30 de junio de 2013

Ultratrail Peñalara 60 Kms 2013

ULTRATRAIL 60K PEÑALARA 2013.
(29-06-2013) 
(Aparcada la bici por un día,para esta vez sufrir a pie)




Según definición de la Real Academia Española:
RETO: "Objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta." No existe mejor manera de expresar el espíritu de esta aventura, al menos sin querer explorar las montañas de la locura de nuestros compañeros de club Rafa e Isidro, más las de sus aliados en esta prueba, Miguel y Juan.  

Pero vayamos al principio. Barruntando la idea entre unos y otros, encendida la mecha hace meses por Juan, los cuatro acabaron inscritos en enero para una carrera que aún se veía lejana. Las preparaciones previas de cada cual eran dispares: alguno más runner y otros más de mountain bike, la realidad es que ninguno tenía experiencia en un trail, ya no digamos en una ultra de montaña. Semana a semana, acercándose la fecha, el entrenamiento individual se orientaba a correr por el campo y superar desniveles en la medida de lo posible. Las dudas rondaban las cabezas de cuatro deportistas animándose y exponiendo sus preocupaciones en el grupo de washapp. Una imagen vale más que mil palabras para explicar la dureza de este reto de 60 kilómetros con terrenos para todos los gustos y disgustos.




La previa: El día antes de la carrera, todos se reunirían en casa del anfitrión, Juan, tras recoger el dorsal en el precioso pueblo de Navacerrada. Despues de preparar las mochilas y cenar los pertinentes macarrones, los cuatro intentarían conciliar el sueño en Collado Villalba. Pocas horas más tarde, a las 05:30 horas, sonaban los despertadores. Desayuno nervioso, un rato de coche y 45 minutos de autobús lanzadera preparado por la organización hacia la salida de Rascafría. Mirar por la ventanilla produce cierto desasosiego. Se intuye lo que les espera. Una mezcla de ilusión y sana preocupación invade el pensamiento.

Las armas preparadas el día antes
   
Isidro, Juan, Miguel y Rafa posan en la salida
Arranca la aventura: a las 8:15, cumpliendo el horario previsto, se procedía a la revisión de material (de los 3.5 kilos de mochila), y a dar el pistoletazo de salida en la plaza de Rascafría (altitud de 1.166 m). La alcaldesa da un discurso desde el balcón, como alcaldesa nuestra que es nos debe una explicación, y esa explicación nos la dará como alcaldesa que es.... Tenemos pinta de estar chalados. Todos. Los primeros minutos se corre hasta que la pendiente exige empezar a tirar de bastones para encarar la subida al Puerto del Reventón (a 2.037 m), donde espera el primer avituallamiento y el paso de lectura de chip.

Los cuatro amigos deciden subir a un ritmo muy vivo para alejar lo máximo posible el fantasma del fuera de control. Lo consiguen holgadamente, pasando en menos de 2 horas. Esa posibilidad queda ya practicamente desterrada. Llevan mucho margen. Toman un respiro muy breve en el avituallamiento y prosiguen la carerra. Espera una zona de terreno favorable, en la cual es posible correr, y de golpe la majestuosa y compleja subida a Peñalara, el punto más emblemático de la prueba a 2.429 metros de altitud. En su mente películas épicas. La Compañía del anillo marcha camino del Monte del Destino. Eso ayuda...cualquier pensamiento positivo ayuda en realidad, por de muy flipaos que resulte.

Juan en pleno esfuerzo

Tras el Puerto de Reventón, Miguel se descuelga del grupo y por desgracia no volvería a conectar. Su carrera acabaría en el kilómetro 30, tras lograr hacer cima en Peñalara, bajar y más adelante llegar incluso hasta La Granja de San Ildefonso, donde comunicaba por teléfono su retirada. La pérdida de una lentilla, que sumaría dificultades, terminaría con sus ilusiones. Ánimo compañero. Hay que volver a intentarlo.

Pero sigamos donde lo dejamos, con Rafa, Isidro y Juan, justo en las inmediaciones de la subida a Peñalara, momento muy técnico en el que Rafa perdería el ritmo de sus aliados, estos (algo) más experimentados en montaña. Allí encontrarían un nevero precioso pero fastidioso, y el difícil cresteo hasta la cima, zona casi de alpinismo, sazonado con el rocoso y peligroso Paso de Claveles (ver un video ajeno de cómo es este paso), una zona en la que Rafa, con su limitada pericia, perdía de vista definitivamente a un Isidro crecido de moral y a un Juan muy fuerte.

Juan en la nieve. Difícil terreno, salvo si eres un elfo

Isidro en el mismo trance

Una vez en la cumbre la satisfacción era máxima. Rafa superaba estos metros complicados siguiendo cada uno de los pasos de un desconocido veterano de la montaña. Cada zancada segura marcaba el camino. Se lo agradecería en la cima, por supuesto. Pasado este sufrido trago, tocaba otro reto durísimo: la muy técnica y pedregosa bajada de Peñalara. Complicaciones graves. Para entonces Isidro y Juan llevaban bastante delantera. En estas pruebas está casi descartado marchar al mismo ritmo que los compañeros. Cada uno ha de marcarse el suyo, a nivel de técnica y de fuerza. La posibilidad de reunión queda para los avituallamientos. Rafa era plenamente consciente de que quizás tendría que hacer en solitario los 40 kilómetros que restaban, si bien guardaba la esperanza de recortar ventaja en los 8 kilometros que conducían al valle hasta La Granja de San Ildefonso, un tramo en el que podia correrse bastante bien, y donde él pensaba, todavía entero de fuerza, que ahí acababa el torpe montañero y debía empezar el experimentado atleta. La escasez de agua era el handicap para aspirar a un ritmo razonable, pero los frescos riachuelos solucionaban el problema. 
 
Efectivamente, la reunión llegaba en La Granja, en el km 30, tras esperarle en el avituallamiento los potentes Isidro y Juan, una vez la comunicación telefónica confirmaba que Rafa había logrado recortar diferencias de manera notable. En contraprestación, Rafa apenas pararía para rellenar su reserva de agua y picar un poco de comida. No estaba dispuesto a frenar al equipo más de lo estrictamente necesario. Isidro y Juan se recuperaban por completo, y Rafa tampoco deseaba enfriarse. La triste noticia de la previsión de retirada de Miguel nos llegaba también en ese instante, como antes comentábamos.

Y así llegaban a la mitad de este ultratrail, ya apretando el calor, en busca de la distancia del maratón, que llegaría en La Casa de la Pesca tras afrontar una zona muy corrible que picaba hacia arriba. Los tres acompañaron entonces al fortísimo Iván de Ciudad Real, participante en la paralela 110K. 

Tras varios kilómetros de encantadora pero ya fatigosa carrera por el bosque, Rafa alertaba acerca de la ambición del ritmo, máxime quizás ya temiendo acusar la escasa parada en el anterior avituallamiento tras haber aumentado el ritmo hasta llegar a él. 

Decidido a no romper el motor, éste optaba por descolgarse unos metros del grupo. Era un hecho que Isidro y Juan estaban más frescos en ese punto de la carrera. Unos minutos después su miedo se convertía en amago de pájara real. En el kilómetro 39 sentía flojera y el estómago no le toleraba la imprescindible comida. Un momento delicado que poco después también atacaría, aunque en mucho menos grado, a Juan. El bravo Isidro (que venía de dos semanas de inactividad tras una operación dermatológica), sorprendía pletórico de fuerza y excepcionalmente alimentado, mostrándose colosal.

Por fortuna y tirando de experiencia, Rafa, tras aminorar la marcha y apenas ir chupando la barrita energética, lograba sobreponerse por completo y llegaba al punto de reunión en el revitalizador avituallamiento de La casa de la Pesca plenamene recuperado de fuerza y apetito, pero tocado de una rodilla derecha que se resintíó muchos kilómetros atrás, en la subida a Peñalara, cuando una roca traicionera se movía para dejar algo dolorido algún tendón de ésta. Isidro le aplicaría un rudimentario ventaje con esparadrapo que, sin embargo, se mostraba eficaz. Gracias a ello, Rafa podría correr sin problemas, aunque en las subidas de gran pendiente sentía bastante dolor, que limitaba pero no impedía. Estaba resucitado para el resto de prueba.
 
Reposición de agua y vendaje en el avituallamiento
Esa subida mortal que la rodilla de Rafa no quería sentir, muy poco después llegaría en la brutal ascensión al puerto de la Fuenfría (1.792 m), con un par de kilómetros de un desnivel desmesurado, absolutamente abrumador, casi inasumible para la tracción andando. Juan en delantera, muy confiado, Isidro después, y Rafa a un par de minutos fastidiado por la rodilla pero con fuerza, tiraban de coraje para coronar el puerto. Allí beberían el fresco agua de Fuenfría, para después encarar el atractivo camino Schmidt que dirige hasta el pto. de Navacerrada (1.862 m), con varios kilómetros de subidas y bajadas en los que se podía correr sin grandes dificultades. Ritmo trotón pero seguro, el de persecución de una partida de orcos. Restando kilómetros a la cuenta final.


El kilómetro 50 se hallaba en el puerto de Navacerrada, allí había llegado antes un poderoso Juan. Éste esperaría comiendo a Isidro y Rafa, que corrían juntos por el Schmidt. Tras la nueva reunificación, y sin querer parar demasiados minutos, encararían el último tramo, en el cual volvían a encontrar una ascensión suave, pero sin una bendita sombra que atenuara el calor. A continuación tocaba sufrir una bajada muy complicada hasta las pistas previas a las cercanías de Navacerrada pueblo





Antes de la bajada. Foto del controlador de chip. Bola del Mundo de fondo
Y sería éste el momento más delicado para un Isidro castigado por las ampollas desde varios kilómetros atrás. A partir de aquí su carrera se convertía en un calvario, pese a tener energía, ya que intentando evitar el dolor de pies sobrecargaba otras zonas pisando de manera anormal. Rafa, por supuesto, no se separaría de él en este trago amargo, y Juan, el más entero de los tres, tampoco deseaba separarse en busca de recortar tiempo, por lo que volvía a amoldarse al ritmo del grupo para afrontar el desenlace juntos de la mejor manera posible. Carácter de equipo corría por las venas de los tres, ya decididos a saborear la victoria a la vez. ¿Qué otra cosa podía superar eso llegados a este instante? El objetivo estaba ya cerca, pero tocaba sufrir el último esfuerzo hasta la meta. Se hacía largo el día, cómo no.

Y así, tras tantos tramos diversos, tras tantos pensamientos de todo tipo, por fin llegaban a la plaza de Navacerrada para traspasar la meta unidos y emocionados después de 12 horas 46 minutos y 15 segundos de carrera, el tiempo aproximado que estimaban marcar estos valientes deportistas, quienes con ésta y otra que hagan, ya serán dos las pruebas de trail de montaña que realicen. Todo un debut con picadores, y en una ultra de 60 kms, que aconsejaba precisamente moverse en ritmos discretos que condujeran a esta marca lograda. Cualquier otra aspiración, por ahora, se antojaba una auténtica inconsciencia. Aun así, lograban una digna clasificación en el puesto 278 y siguientes de los 347 finishers, a los que hay que sumar los llegados fuera de control, los atletas lamentablemente retirados y bastantes no presentados hasta llegar a la cifra total de 434 inscritos en esta exigente carrera.   



Tras la enorme satisfacción de nuestros compañeros, con su medalla en el cuello y obsequiados con una gran camiseta técnica de "FINISHER", el avituallamiento final era agradable charlando con compañeros de fatigas. Allí estaban también varios conocidos como Luis de "Corriendo por el Campo" de Ciudad Real, o aquel experimentado montañero cuyos pasos guiaron a Rafa en los apuros técnicos más complejos, allá por Peñalara, cima que da su nombre a esta magnífica y bonita carrera, ultrabien organizada, que bien merece crecer en repercusión y medios como ya lo está haciendo.  El cariño que se destilaba en cada asistencia al corredor habla de carrera GRANDE. Tan enorme como la implicación de sus voluntarios.


Sólo nos queda dar la enhorabuena a todos, insuflar ánimo a Miguel, que sus 30 kms de montaña se metió para el cuerpo!!, y agradecer su apoyo fundamentalmente al compañero de batalla Juan, (Juan Manuel Ruiz Manso del Bicycles club Mtb ) por todo su despliegue logístico, y por comportarse como un señor con nuestros dos amigos de la Ruta del Quijote antes, durante y después de esta Peñalara 60 K, así como a GRUPO PHI por el patrocinio de ésta y otras aventuras deportivas.

Una gran experiencia en definitiva. Nos vemos en la próxima..

lunes, 25 de febrero de 2013

¿QUIÉNES SOMOS?

El Club Deportivo Amigos de la Ruta del Quijote ( en adelante “el club “) viene a dar forma legal al espíritu deportivo-ecológico de un grupo de personas que deciden optar por disfrutar al unísono de sus dos pasiones, la naturaleza y el deporte de la bici de montaña. En ese intento, encontramos una red de caminos que nos brindan esa posibilidad recorriendo los mas hermosos parajes de nuestra tierra; Peralvillo y sus alrededores nos ofrecen un claro ejemplo de cómo apostar por un desarrollo sostenible donde la naturaleza  y el deporte conviven en armonía.


El club bebe de estas dos fuentes: la Ruta del Quijote de donde tomamos el nombre, y Peralvillo, donde organizamos la ruta cicloturista que da a conocer la aldea a visitantes de dentro y fuera de nuestra provincia.

 
El club agrupa a bikers de muy diversos pueblos de la provincia e incluso fuera de ella, de tal forma que nos podemos encontrar a un grupo de ciclistas del club en Villarrobledo, en Miguelturra , en Ciudad Real, o en Tembleque, cada cual haciendo su propio recorrido dominguero pero compartiendo el mismo espíritu además de los colores del maillot.

Otro rasgo que nos distingue es la apuesta por los mas pequeños, iniciándolos en el deporte de la MTB  y  el respeto por la naturaleza.

El club como tal nace el año 2008, coincidiendo con la celebración de la 1ª ruta cicloturista btt Peralvillo, donde un pequeño grupo de bikers deciden dar a conocer esos parajes que recorren domingo tras domingo y se embarcan en este proyecto amparados y animados por el alcalde pedáneo del momento.


Lo que empezó siendo una quimera, acabó siendo una realidad. Desde entonces y hasta ahora el club ha organizado diversas rutas como las de Peralvillo, donde también hemos querido tener en cuenta a los peques y les hemos preparado también a ellos su prueba infantil, una ruta de senderismo y una salida muy jugosa por su sentido cultural a la vez que lúdico, como fue la de recorrer las Lagunas de Ruidera y terminar visitando la cueva de Medrano en compañía del alcalde de Argamasilla de Alba que también  nos acogió.